Sus orígenes se remontan a un Poblado primitivo emplazado en el Cerro de la Mota. En el siglo II a.C se la conoce con el nombre Ambisna o (Mansina) mencionada así por las tablas de Ptolomeo. Durante la ocupación romana es llamada Pompeyica (Pampilica). Desde una descripción toponímica se la conoce también por Pannis-Pamplica (doblada en paños). Ligada estrechamente al reino de los Godos, es el Rey Wamba el más unido a Pampliega por haberse retirado al Monasterio de San Vicente en esta villa hasta su muerte en el año 688.
Sus restos fueron trasladados a Toledo durante el reinado de Alfonso X el Sabio. Desde la época de este Rey datan los privilegios que va adquiriendo Pampliega, sobre todo, el de un mercado semanal que hará crecer a esta villa a lo largo de toda la Edad Media. La personalidad milenaria de Pampliegla comienza a formarse en el siglo X, cuando las tierras de la confluencia del Arlanza y el Arlanzón comienzan a animase con la presencia de reconquistadores que, a finales del IX siglo han repasado la fortaleza de Castrojeriz y expanden una actividad repobladora en la villa de Pampliega. Se recuperó el nombre y se habilitaron las ruinas, incluidas las del Monasterio de San Vicente, y la villa volvió a ser reina y señora de la vega del Arlanzón.
Su historia permanecerá ligada al mercado y al comercio como fuente principal de crecimiento poblacional y económico hasta tiempos no muy lejanos. El nombre de sus plazas lo atestiguan. En la actualidad, después del éxodo rural, no llega a los 500 habitantes en invierno. Un pueblo de Castilla que, como tantos otros del mundo rural, abre sus puertas al visitante y le ofrece su legado histórico y la hospitalidad de sus gentes.